Dulce tristeza
La soledad conlleva una especie de tristeza, una especie de pena, y también una paz y un silencio muy profundos. Depende de cómo lo mires. Cuando estés alejado de tu pareja, considera que es una gran oportunidad para estar solo. Entonces cambiará tu perspectiva. Contémplalo como una gran oportunidad para tener tu propio espacio. Resulta muy difícil tener tu propio espacio, pero, a menos que lo tengas, nunca te familiarizarás con tu ser, nunca llegarás a saber quién eres. Siempre estás comprometido, siempre estás ocupado en mil cosas —en una relación, en asuntos cotidianos, en ansiedades, planes, futuro, pasado—. Vives continuamente en la superficie. Cuando estás solo puedes empezar a asentarte, a sumergirte en ti mismo. Al no estar ocupado, no te sentirás como sueles sentirte siempre. Será diferente, y esa diferencia puede parecer extraña. No hay duda de que cuando se está separado, se echa de menos al amado, al amante, al amigo, pero esta situación no durará siempre. No es más que una pequeña disciplina. Si te amas profundamente y te sumerges en ti mismo, estarás dispuesto a amar incluso más profundamente, porque aquel que no se conoce a sí mismo no puede amar con profundidad. Si vives en la superficie, tu relación no puede ser profunda. Al fin y al cabo, es tu relación. Si tienes profundidad, tu relación también la tendrá. Así que acepta esta oportunidad como una bendición y vívela. Disfrútala. Si te sientes triste, desperdiciarás la oportunidad. Y no es algo que vaya en contra del amor, recuerda. No te sientas culpable. En realidad es la verdadera fuente del amor. El amor no es lo que normalmente conocemos como tal. No es eso. No es una mezcla de sentimentalismo, emociones, sensaciones. No es eso. Es algo muy profundo, realmente fundacional. Es un estado mental, y ese estado mental solo se alcanza cuando penetras en tu propio ser, cuando empiezas a amarte a ti mismo. En eso consiste la meditación cuando uno está solo: en amarse tan profundamente que por primera vez te vuelvas el objetivo de tu amor. Así que estos días en los que estés solo, sé narcisista; ¡ámate a ti mismo, disfruta de ti mismo! Deleítate en tu cuerpo, en tu mente, en tu alma. Disfruta del espacio vacío que tienes a tu alrededor y llénalo de amor. Si tu amante no está ahí; ¡llénalo de amor! Derrama tu amor por todo tu espacio, y comenzará a ser luminoso; brillará. Y cuando tu ser amado se acerque a ti, te darás cuenta por primera vez de que ahora es un tipo de amor totalmente diferente. Tienes algo que dar, que compartir. Ahora puedes compartir tu espacio porque tienes tu espacio. Normalmente las personas piensan que comparten pero no tienen nada que compartir; no tienen poesía en su corazón, no tienen, amor. En realidad, cuando dicen que quieren compartir no quieren dar, porque no tienen nada que dar. Están tratando de lograr algo de la otra persona, al igual que el otro. Él está tratando de obtener algo de ti, y tú estás tratando de obtener algo de él. En cierto modo, ambos estáis tratando de quitarle algo a la otra persona. De ahí el conflicto que surge entre los enamorados, la tensión; la continua tensión para dominar, para poseer, para explotar, para convertir al otro en un medio para tu placer, para utilizar al otro para tu satisfacción. Por supuesto, lo ocultamos detrás de bellas palabras. Decimos: “Queremos compartir”, pero ¿cómo vas a compartir si no tienes? Así que disfruta del espacio, de la soledad. No lo llenes con recuerdos del pasado, no los llenes con imaginaciones y fantasías futuras. Deja que sea tal como es: puro, simple, silencioso. Deléitate en él; mécete, canta, baila. Pura dicha de estar solo. Y no te sientas culpable. Ese es otro problema: los amantes siempre se sienten culpables. Si están solos y están contentos se sienten un poco culpables. Piensan: “¿Cómo puedes estar contento cuando tu ser amado no está contigo?”, como si estuvieras engañando a la otra persona. Pero si no estás contento cuando estás solo, ¿cómo vas a estar contento cuando estéis juntos? Así que no se trata de engañar a nadie. La rosa se gesta por la noche, cuando nadie contempla el rosal. En lo más profundo de la tierra, las raíces están creando a la rosa. Nadie está mirando hacia allí. Si el rosal pensara: “Solo mostraré mis rosas cuando haya gente alrededor”, no habría nada que mostrar. No tendría nada que compartir, porque todo lo que quieras compartir primero tiene que ser creado, y toda la creatividad surge de las profundidades de la soledad. Así que permite que esta soledad sea un vientre, y disfruta, deléitate en ella; no sientas que estás haciendo algo malo. Es una cuestión de actitud y de enfoque. No la interpretes equivocadamente. No tiene que ser triste. Puede ser enormemente pacífica y dichosa. Depende de ti.